Esta noticia fue publicada originalmente en The Telegraph el 30 de Enero de 2006, sin embargo me pareció útil rescatarla, para hacer un seguimiento y comparación con las declaraciones de EW. 

El Vaticano se está preparando para una nueva controversia sobre la Inquisición después de permitir que un funcionario aparezca en un documental de televisión para ofrecer una defensa del «Terror Santo».

El reverendo Joseph Di Noia, subsecretario de la Congregación de la Doctrina de la Fe, admite en una serie televisiva que a partir de esta noche el uso de la tortura y las quemas públicas fueron «errores».

Pero el clérigo nacido en Estados Unidos argumenta que estos métodos para suprimir la herejía eran explicables en el contexto de los tiempos, cuando la gente creía apasionadamente en el cielo y en el infierno.

La visión de P. Di Noia sobre la historia es significativa porque la Congregación es el cuerpo sucesor de la Inquisición y, hasta el año pasado, estaba dirigida por el Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI.

El difunto Papa Juan Pablo II se disculpó por la Inquisición en 2002.

Dijo que la Iglesia debe mostrar penitencia por «aceptar métodos de intolerancia o incluso de violencia al servicio de la verdad».

El documental de cuatro partes en el canal UKTV History se basa en investigaciones extraídas de archivos del Vaticano que sólo se abrieron al escrutinio en 1998.

Destaca los períodos de persecución que comenzaron en el siglo XIII y terminaron a finales del siglo XIX.

La Inquisición fue establecida por el Papa Gregorio en 1233 como un tribunal especial para ayudar a frenar la influencia de las creencias que se desvían de la doctrina oficial de la Iglesia.

Entrevistado en el documental The Secret Files of the Inquisition, el P. Di Noia dice: «Fue un error torturar a la gente.

«Sin embargo, la tortura se consideraba una forma perfectamente justificada y legítima de presentar pruebas y, por lo tanto, estaba legalmente justificada.»

Los seres humanos tenemos el defecto de olvidar las cosas demasiado rápido, pero sabemos que «El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla». Traigo esta noticia a la luz porque veo demasiada simpatía con Roma por parte del protestantismo, como si estuvieran lobotomizados y hubieran olvidado los sacrificios que sus parientes y amigos tuvieron que hacer por defender la verdad. Sin embargo uno tras otro van firmando la «muerte del protestantismo» cediendo sus principios, porque desde luego Roma no cede, la profecía bíblica es bien clara al respecto. 

Ellen White también lo deja muy claro: 

Pero ahora el tiempo está casi agotado, y lo que hemos tardado años en aprender, ellos tendrán que aprenderlo en pocos meses. Tendrán también que desaprender muchas cosas y volver a aprender otras. Los que no quieran recibir la marca de la bestia y su imagen cuando se promulgue el decreto, deben tener ahora decisión para decir: No, no queremos honrar la institución creada por la bestia. {PE 67.1}

Y téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás. Los principios de Gregorio VII y de Inocencio III son aún los principios de la Iglesia Católica romana; y si solo tuviese el poder, los pondría en vigor con tanta fuerza hoy como en siglos pasados. Poco saben los protestantes lo que están haciendo al proponerse aceptar la ayuda de Roma en la tarea de exaltar el domingo. Mientras ellos tratan de realizar su propósito, Roma tiene su mira puesta en el restablecimiento de su poder, y tiende a recuperar su supremacía perdida. Establézcase en los Estados Unidos el principio de que la iglesia puede emplear o dirigir el poder del estado; que las leyes civiles pueden hacer obligatorias las observancias religiosas; en una palabra, que la autoridad de la iglesia con la del estado debe dominar las conciencias, y el triunfo de Roma quedará asegurado en la gran República de la América del Norte. {CS 566.4}
 
La Palabra de Dios ha dado advertencias respecto a tan inminente peligro; descuide estos avisos y el mundo protestante sabrá cuáles son los verdaderos propósitos de Roma, pero ya será tarde para salir de la trampa. Roma está aumentando sigilosamente su poder. Sus doctrinas están ejerciendo su influencia en las cámaras legislativas, en las iglesias y en los corazones de los hombres. Ya está levantando sus soberbios e imponentes edificios en cuyos secretos recintos reanudará sus antiguas persecuciones. Está acumulando ocultamente sus fuerzas y sin despertar sospechas para alcanzar sus propios fines y para dar el golpe en su debido tiempo. Todo lo que Roma desea es asegurarse alguna ventaja, y esta ya le ha sido concedida. Pronto veremos y palparemos los propósitos del romanismo. Cualquiera que crea u obedezca a la Palabra de Dios incurrirá en oprobio y persecución. {CS 567.1}
Los que no parecen entenderlo son curiosamente algunos líderes adventistas, que se atreven a cuestionar la profecía bíblica y el don profético de Ellen White, así como mutilar El Conflicto de los Siglos, eliminando cualquier mencion de la bestia y sus planes. Claramente han tragado el dulce anzuelo de la pretendidamente cambiada Roma. No caigan en ese error hermanos y líderes consagrados, ahora mas que nunca los que somos adventistas de verdad, por la gracia de Dios mantengámonos firmes en humildad anclados en Cristo, orando sin cesar como si nuestra vida dependiera de ello, porque llega el momento de «tirar de la reserva» de nuestras lámparas. 
 
Tengo que añadir, para los que lean estas líneas y no sean adventistas ni conozcan nuestras creencias o historia, que pensamos que la mayoría del pueblo de Dios está en las iglesias protestantes (ex-protestantes ahora que «la protesta se ha acabado») y también católicas, pero que aún no han tenido la luz necesaria para darse cuenta y poder tomar una decisión coherente, pero pronto lo harán. Estas declaraciones sobre la iglesia romana se refieren a la institución católica, no a los individuos en general que pertenecen a ésta, por las razones expuestas mas arriba. Asimismo, la Iglesia Adventista del Septimo Día tiene una misión específica de brillar con la luz que se le ha dado para alumbrar al resto del mundo, porque doctrinalmente es la iglesia verdadera. Pero mucho nos hemos conformado con el mundo, y mucho nos hemos enraizado aquí, tanto que parece que ya no queremos ir a casa, a la verdadera Patria prometida. Despertemos de una vez y concienciémonos de nuestra condicion desesperada, y vayamos a Cristo para que nos sane, porque el tiempo se acaba!