Para sintetizar, el mensaje que se proyecta al mundo es que «el pueblo elegido de Dios» usa «El Evangelio» para matar a sus semejantes (o mandarlos al cielo como pensarían los papistas) de los cuales casi la mitad de la población son niños. Si esto no es satánico hasta la médula, no sé qué cosa lo es.
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¿Que entidad político-religiosa basada en la tradición judeocristiana trataba de cumplir ese mandato mediante la regulacion moral y legal del trabajo en ese día? Solo hay una, el papado, la gran ramera de la que habla la profecía de Apocalipsis 13, cuya herida mortal (1798) fue sanada.
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Nosotros no podemos entender el eterno gozo de las edades venideras que nos provocará un solo alma que hayamos traído a Cristo mediante la entrega de un libro o un testimonio.
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Existe una actitud de indiferencia mortal hacia las verdades proféticas e inmutables de nuestra fe histórica adventista del séptimo día. Las enseñanzas fundamentales de la Palabra de Dios no son el problema. El problema radica en muchos de nuestros líderes. Hay un esfuerzo planificado para aplicar mal, reinterpretar o ignorar completamente estas enseñanzas. Si no identificamos este problema, si no rechazamos este ejercicio católico de tender puentes, y si no nos deshacemos de todos los líderes formados por jesuitas que promueven esta herejía mortal, habrá muchos que nunca podrán recuperar su vocación y volver al buen camino.
Jesús nunca nos dijo que asumiéramos que todo el mundo está salvado. Cristo nos ordenó evangelizar el mundo con la plenitud del Evangelio para que las almas pudieran bautizarse y experimentar la salvación (Mateo 28:19-20). También se nos ordena llamar a la gente a salir de Babilonia para que puedan formar parte del pueblo de Dios que guarda los mandamientos en estos últimos días. Pero este énfasis sagrado está siendo invertido por ciertos agentes ecuménicos constructores de puentes hoy en día.
No nos equivoquemos sobre cuál es su objetivo. Trabajan para crear la plena unidad visible de todas las Iglesias. Esto no es adventismo. Esto no es el protestantismo. Y ciertamente no es el cristianismo apostólico. Esto es el vino de Babilonia, que sale directamente de la copa de indignación de la ramera.
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«(…) El adventismo del séptimo día no puede dejar de ser anticatólico (doctrinalmente) sin dejar de ser adventista del séptimo día.»
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El martes se llevó a cabo una conferencia de prensa conjunta de líderes de la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Unida, la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la Iglesia de la CVX, en representación de otros, para informar a la gente y concientizar sobre este acontecimiento histórico para unir a todas estas iglesias.
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Los que no parecen entenderlo son curiosamente algunos líderes adventistas, que se atreven a cuestionar la profecía bíblica y el don profético de Ellen White, así como mutilar El Conflicto de los Siglos, eliminando cualquier mención de la bestia y sus planes. Claramente han tragado el dulce anzuelo de la pretendidamente cambiada Roma.
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