Por fin puedo tomarme un tiempo para escribir un poco sobre la actividad misionera en las Olimpiadas de París de este mes. Han sido 12 días de trabajo muy intenso y en todos ellos he tenido conversaciones muy interesantes y experiencias que me han hecho crecer en el conocimiento de Dios y confiar mas en su liderazgo. No puedo contar todo, pero intentaré sintetizar lo mas destacado.

Francia es la cuna del ateísmo, pero a pesar de esto, me ha sorprendido la cantidad de gente que ha aceptado recibir el libro El Conflicto de los Siglos, que era nuestra actividad. En total hemos repartido alrededor de 60 mil libros, principalmente El Conflicto de los Siglos, pero también El Deseado de Todas las Gentes. Lo primero que impresiona al llegar a París es la cantidad de policía y soldados del ejército que hay repartidos por las calles. Literalmente en cada esquina había un grupo de 3, 4 o 5 agentes patrullando o vigilando. La mayoría de ellos fueron muy amables, pero también hubo excepciones como os contaré a continuación.

En la Basílica del Sagrado Corazón

En una ocasión estaba repartiendo libros muy cerca de la Basílica del Sagrado Corazón, en una calle muy concurrida (y vigilada como pude saberlo después). A poco de iniciar mi actividad allí, se me acercaron 4 policías para preguntarme que estaba haciendo. Después de identificarme, registrar mi mochila llena de libros, verificar los libros que llevaba en las manos, y comprobar que todo estaba en regla, me preguntaron con cierto tono de sospecha:

Policía: ¿Porqué regalas estos libros a la gente? ¿Has viajado desde España solo para esto?

Yo: Si lo leyeras entenderías porqué – y le extiendo un libro

Policía ojeando el libro: ¿Pero realmente los estás regalando? Parece que cuestan un dinero… (Eran copias ilustradas a todo color)

Yo: La Biblia dice: «De gracia recibisteis, dad de gracia»

Policía: ¿Sabes que te puedo multar por hacer esto? He consultado con mi jefe y me ha confirmado que tienes que dejar de hacer esto.

Yo: Yo también he consultado a mi Jefe y El me ha dicho que debo hacerlo. Además no transgredo ninguna ley civil. (Se ve que quería intimidarme, pero de esto me enteré mas tarde)

Policía: ¿Pero porqué pierdes tu tiempo en hacer esto? – parecía interesado en saber mi motivo.

Yo: ¿Si te tocara la lotería y te compraras un yate, irías a navegar tu solo sin invitar a tus amigos para compartir la alegría?

Policía: ¿Te ha tocado la lotería?

Yo con una gran sonrisa: Me ha tocado algo mucho mejor que eso. En tus manos tienes una información mas valiosa que todas las loterías que puedas imaginar.

Después de hablar un poco entre ellos, me dijeron que me perdonaban la multa pero que tenía que dejar de repartir libros, porque su jefe vigilaba por las cámaras. Si me pillaban nuevamente repartiendo libros me iban a multar dos veces, una por esta vez y la otra por la siguiente. Les dije con una sonrisa que lo entiendo porque mi Jefe también me vigila. Les di las gracias y me fui.

El encuentro con el Argelino

Busqué un lugar para sentarme y orar, para saber que hacer a continuación. Y al rato de estar sentado orando y pensando en lo ocurrido, con varios libros aun en la mano, veo acercarse otra patrulla. En mi mente pensé: «Señor, es tu trabajo, encárgate tu, porque yo no voy a pagar multas.» Pero pasaron de largo, y se pararon en el banco de al lado, donde estaba sentado un argelino haciéndose un porro. Le registraron su riñonera y le encontraron la «mercancía», y acto seguido la tiraron a una alcantarilla cercana y se fueron. Sorprendido porque no les vi sacar ningún papel en todo el proceso, me cambié de banco y le pregunté al argelino:

Yo: ¿Cuanto te han multado por los porros?

El Argelino: Multado? Nada hombre, no te multan, solo te buscan, requisan y tiran todo lo que encuentren.

Yo: Vaya, pues a mi casi me multan por regalar estos libros a la gente. Al final me han perdonado, pero si me vuelven a pillar me han dicho que me van a multar el doble.

Era un joven de unos 35 años, que llevaba poco mas de un mes en París, muy sonriente a pesar de que le acababan de quitar su querida droga.

Yo: ¿Como es que no te multan por consumir drogas en la calle y a mi casi me multan dos veces por regalar estos libros a la gente? ¿Que clase de policías son estos?

El Argelino (sonriendo): ¿Que clase de libros son esos?

Por fin había llegado adonde quería, así que con una sonrisa mental me puse a explicarle de que iba el libro. Resulta que el chico era musulmán, pero bastante abierto de mente y simpático, así que me sentí con ánimo de hablar libremente. La conversación duró mas de una hora, y tocamos puntos realmente interesantes. Los musulmanes creen que Jesús fue un profeta, sin embargo no creen que sea el Hijo Unigénito de Dios.

Yo: Veo que conoces la historia de Abraham, por lo que aceptas que Dios le mandó sacrificar a su único hijo, al que amaba, para probarle. Pero en el último momento, al ver que pasó la prueba, le detuvo de matarlo y le dijo que El mismo proveería el sacrificio. Lo que quiso Dios era probarlo y que entendiera lo que iba a significar para El tener que sacrificar a Su propio Hijo Unigénito. El becerro que le señaló para sustituir a Isaac simbolizaba a Su propio Hijo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que iba a ser sacrificado por los pecados de toda la humanidad, incluidos tuyos y míos.

El argelino se quedó pensativo. Siempre es impactante para cualquier pecador que le digan que Dios le amó tanto que dió a su propio Hijo en rescate por sus pecados. Los musulmanes creen que incluso los que sean salvos van a pasar por el fuego del infierno, mucho menos tiempo que los perdidos, pero tienen que pasar a purificar todos sus pecados. Tienen mucho en común con el catolicismo, porque básicamente comparten la idea de purgatorio y de salvación por méritos propios.

El Argelino: Pero Cristo no es el Hijo de Dios, fue un profeta. Además los cristianos creéis en tres dioses, para nosotros solo existe Allah bendito sea.

Yo: Es cierto que la mayoría de cristianos creen en la trinidad. Por desgracia, esta creencia pagana se introdujo desde los tiempos de Constantino en la iglesia cristiana y fue evolucionando a través del tiempo, pero no deja de ser una creencia pagana. La biblia no habla de un Dios formado por tres personas, sino de un solo Dios, que tiene un Hijo a través del cual hizo todo el universo. Mira lo que dice la biblia: «para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual han sido creadas todas las cosas y por quien nosotros también existimos.» Dios es el Padre de Cristo, y por eso Cristo hereda todos los atributos de Dios incluso Su Nombre, y también tiene Su Espíritu. Es el único que es igual a Dios, teniendo todas sus prerrogativas, igual de divino que el Padre, como mi hijo es igual de humano que yo. Esto es incompatible con la creencia de la trinidad, que afirma que son tres seres coeternos y coiguales. Yo soy cristiano Adventista del Séptimo Día, que significa que esperamos la segunda venida de Cristo, y guardamos el séptimo día como día de descanso en honor al Creador. Igual que lo guardaba Abraham. Por desgracia incluso en nuestro medio se ha introducido esta falsa doctrina de la trinidad, por conveniencias del liderazgo para que sean aceptados en el Concilio Mundial de Iglesias y saquen pecho delante del catolicismo al que curiosamente consideramos la mano derecha del mismo diablo, pero muchos protestamos en contra de esto. Sin embargo los intereses económicos corrompen a los líderes, y éstos engañan a los hermanos que no estudian sus biblias. Nuestros pioneros adventistas estaban totalmente en contra de esta falsa doctrina de la trinidad.

El Argelino: Gracias por la explicación, me sorprende que haya cristianos que no sean idólatras creyendo en tres dioses. Pero no creo que Jesús sea el Hijo de Dios. El Corán dice que fue un gran profeta.

Yo: Claro que lo fue. Pero contéstame una cosa: Si fue profeta, ¿decía la verdad o mentía?

El argelino: Nosotros creemos que los verdaderos profetas siempre dijeron la verdad, tal como Dios se la transmitió. Por tanto, claro que creemos que Jesús decía la verdad.

Yo: Estamos de acuerdo. ¿Entonces porqué no le crees? El mismo declaró ser Hijo del Altísimo, y esto es un hecho histórico, no solo aparece en la Biblia. Además lo demostró con poder haciendo milagros y sanaciones asombrosas. Fue sacrificado por nuestros pecados y al tercer día el Padre lo resucitó tal como estaba profetizado, y ahora intercede por nosotros al lado de su Padre. Y a pesar de estar en el cielo, nos envió su propio Espíritu, para que podamos tenerle cerca, en nuestro corazón, y podamos tener Su poder para vencer el pecado.

El argelino: No he leído la Biblia, solo el Corán. En el Corán no pone que Cristo sea el Hijo de Dios. Pero es interesante lo que me cuentas, porque si El realmente dijo todo eso, debe ser cierto. Lo investigaré. No obstante para nosotros Mohammed es el Profeta.

Yo: ¿Puedo hacerte una pregunta un poco sensible? Pero prométeme que no te vas a ofender, porque no es esa mi intención, como ya has podido comprobar. Pero como te veo de mente abierta, creo que me puedo permitir preguntarte esto.

El Argelino: Adelante, pregunta lo que quieras, no tengo problema.

Yo: El Corán menciona en hasta cinco ocasiones que Mohammed se casó con Ayisha cuando ésta tenía 6 años de edad (el tenía 40 años) y consumió el matrimonio cuando ésta cumplió 9 años. Esto, amigo mío, es pedofilia del mas alto grado. La pregunta es, ¿porqué sigues a un pedófilo antes que a uno que consideras profeta, que jamás cometió pecado alguno, y que afirma y demuestra ser el Hijo del Dios vivo?

Se hizo el silencio. A pesar de mi petición de no ofenderse, la pregunta le cayó como un martillo. Le miré a los ojos y no pudo sostener la mirada. Vi vergüenza en su cara. Intentó dominarse respirando hondo. Sonrió de forma superficial mientras pensaba una respuesta. Se podía palpar una contradicción en sí mismo. Finalmente respondió, pero su ánimo no era igual que cuando dijo «adelante, pregunta lo que quieras».

El Argelino: El tiempo antes no pasaba igual que ahora. Era mucho mas lento y los días eran mas largos. Por eso la gente vivía la mitad de años. Antes una niña de 9 años era como una de 18 años ahora. Además los profetas tenían trato especial por su estatus de profeta. – Y habiendo dicho esto tragó en seco como el que engulle un bocado sin masticar.

Yo: Si tu realmente puedes creer lo que acabas de decir, yo te respeto. Pero yo creo que ni siquiera tu puedes creer esto que acabas de decir. Eres inteligente, y esto es un regalo de Dios. Emplea bien tu inteligencia. ¿Crees que Dios quiere verte enfermo y con el cerebro embotado por las drogas? Lo primero, deja de autodestruirte. Sé que no puedes, pero Cristo nos ha dejado su Espíritu para que nos dé el poder de hacer aquello que por nosotros mismos no podemos. Sólo tienes que creer y pedírselo, inténtalo, no tienes nada que perder, y tu hachís ya está en la alcantarilla. El está al alcance de tu mano. Lee este libro y entenderás el conflicto en el que estamos, y que está próximo a estallar en la mayor crisis que el mundo ha visto y verá jamás. Y lee la Biblia. Que no te pille desprevenido, porque vas a tener que tomar las decisiones mas trascendentales que has tomado en toda tu vida. Si tomas las decisiones adecuadas, nos volveremos a ver pronto, en circunstancias muy distintas. Lee el libro y entenderás de lo que hablo. El futuro es glorioso. Tengo que marcharme.

Después de darle el libro me marché con mis compañeros. Entendí que esta fue la razón por la que me habían interceptado los policías. Le dí las gracias a Dios y seguí repartiendo libros hasta la noche.

Junto a la torre Eiffel

En otra ocasión habíamos localizado un punto muy bueno para distribuir los libros, cerca de la torre Eiffel al lado del río. Había sombra, el fresquito del río cerca, era un lugar de mucho tránsito porque la zona de embarque en los barcos del Sena estaba justo ahí, la torre Eiffel al lado, y un ancho paseo peatonal lleno de gente a todas horas. El único problema era que para acceder allí había que caminar bastante desde donde dejamos el coche, y con la carga de libros nos era difícil. Había una zona cercana para entrar con el coche, pero estaba acordonada por la policía, como zona especialmente protegida, y solo dejaban pasar con un pase especial, que nosotros no teníamos. Pero recordamos la experiencia de Lisboa del año pasado, donde algo muy parecido nos pasó, y decidimos ir a aparcar a la zona mas cercana a ese sitio, a pesar de las restricciones. Con el coche cargado hasta arriba de libros y habiendo orado, nos acercamos al control de la policía con la intención de pasar al otro lado de las vallas. Mi amigo hablaba portugués, inglés y alemán, y yo inglés, español y rumano. Pero el francés ambos lo odiamos. Y justo el policía hablaba solo francés.

– Bonjour monsieur!

-Bonjour… sava bien… je voudre avec la voiture… les livres..  – intentamos chaporrear algo de francés de 4 días, bastante penoso, hasta que arrancamos en inglés porque no había manera. Pero el policía no entendía así que llamó a un compañero.

– Esta zona está restringida, ¿tenéis la documentación de los juegos?

– No la tenemos, pero tenemos que llegar con estos libros aquí (le enseñamos el GPS)

– Sin la documentación no se puede pasar.

– Ya, pero tenemos muchos libros. – en mi cabeza todos nuestros argumentos me sonaban lamentables, pero intenté guardar la compostura.

– Donde tenéis esos libros?

– Aquí, dijimos señalando hacia atrás. El policía asomó la cabeza y vió todo el maletero y los asientos traseros tumbados, todo lleno hasta arriba de libros..

– Si, ya veo que tenéis unos cuantos libros, y os va a ser difícil llevar andando. Venga, pasad, pero la próxima vez tenéis que traer la documentación.

 Nos retiró la valla y le regalamos un libro dándole las gracias al policía, y a Dios por supuesto. Pudimos aparcar a un minuto andando del lugar de distribución, donde estuvimos varios días repartiendo miles de ejemplares. Dios cuida incluso los detalles mas pequeños, y no va a dejar que se desaproveche ni un solo libro. Ahora veréis porque lo digo.

El libro tirado

Estando en este punto cerca de la torre Eiffel, mientras distribuíamos los libros llegó una señora con un libro en la mano, preguntando:

Señora: ¿Sois vosotros los que estáis repartiendo este libro?

Yo: Si señora, nosotros somos. – le contesté con cierta reserva. No logré a la primera leer la intención de la señora con esa pregunta, así que esperé con impaciencia a que la señora me aclare porqué preguntaba, con la esperanza de que no fuera para reprocharnos alguna cosa mala. Muchos se quejaban de que repartiéramos libros religiosos, incluso alguno me había dicho que EW se merecía un puñetazo en la cara, y cosas peores y mas obscenas que no voy a repetir aquí. Cada uno habla según el espíritu que lo domina, y puedo testificar que hay algunos literalmente endemoniados.

Señora: Gracias a Dios por este libro, y alabado sea el Señor porque lo estéis dando a la gente! No puedo creer que alguien lo haya dejado tirado en un muro, que es donde lo encontré y pude leer algunas páginas. ¿Como puede alguien tirar algo así? ¡La gente no sabe lo que hace! Gracias por vuestra labor, que Dios os bendiga… – la señora no pudo seguir hablando, estaba visiblemente emocionada con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta. Levantó una mano en señal de saludo y se fue, entiendo porque no quería llorar delante de nosotros. Nos quedamos perplejos mirándonos el uno al otro y alabamos al Señor. Me hubiera gustado tener una charla con ella, pero no la volvimos a ver. Sin embargo me fue suficiente para saber que no se va a desperdiciar ningún libro, y que si alguien lo tira, el ángel que va con el libro hará que éste llegue a manos mas agradecidas que realmente lo aprecien como el tesoro que es.

Los policías que desaparecieron

Estando varios días en este punto cerca de la torre Eiffel, cada pocos minutos pasaba una patrulla de policía, incluso estuvieron a diez metros de nosotros aparcados toda una mañana en una furgoneta grande todo un equipo de policías, comiendo sus bocadillos, organizando sus patrullas, y vigilando la zona. A muchos de ellos les ofrecimos los libros y algunos los aceptaron. En principio no deberían cogerlos, ni tampoco pueden por el uniforme y el chaleco, al no tener lugar para guardarlos, pero muchos los cogieron. En todo este tiempo no tuvimos ningun problema con ellos, al contrario, todos fueron muy simpáticos.

 Sin embargo el último día que estuvimos en ese punto, llegó sobre las cuatro de la tarde una patrulla de policía que nos empezó a hacer preguntas sobre nuestra actividad. Uno de ellos parecía árabe, y era el mas molesto con nuestra actividad, pero no hablaba inglés, solo francés. Así que fue un compañero el que nos transmitió su problema. En resumidas cuentas, nos dijeron que no podíamos estar ahí repartiendo libros sin una autorización. Nosotros les dijimos que habíamos pedido autorización, pero que el ayuntamiento no extiende este tipo de autorizaciones porque no son necesarias para el desarrollo de esta actividad. Si fuera una venta o una promoción de algún producto comercial o por el que cobráramos dinero, entonces sí que necesitas una autorización. Pero para regalar literatura a la gente, sin propósito comercial, no es necesaria una autorización. Habiéndoles explicado esto, el policía árabe dijo en francés y su compañero nos tradujo, que necesitamos un papel del ayuntamiento que diga que no necesitamos autorización. Le dijimos que esto es absurdo, puesto que la propia ley determina que actividades necesitan autorización y cuales no, y que si tiene dudas tiene que mirar la ley, no tenemos nosotros que traer ningún papel inexistente. Pero no hubo manera, nos dijeron que recogiéramos nuestro carrito y nos fuéramos porque no estábamos autorizados a estar ahí repartiendo libros. Dicho esto, nos dejaron con la palabra en la boca y siguieron su patrulla prometiendo volver.

 Estaba con mi amigo portugués, y nos consultamos sobre que deberíamos hacer. Quedarnos era desobediencia directa, pero la orden del policía era ilegal. Después de debatir un rato nuestras posibilidades, nos acordamos que Dios nos había abierto el camino para estar en ese punto y aparcar cerca. No tenía ningún sentido que ahora nos dejáramos intimidar. Así que decidimos quedarnos con todas las consecuencias, le pedimos al Señor protección y seguimos repartiendo como si nada, en desobediencia directa a la policía.

 Pasó una hora, y aunque al principio esperábamos que apareciera la patrulla en cualquier momento, fue pasando el tiempo y nadie vino. Pero esto es altamente improbable, puesto que cada 5 minutos pasaba una patrulla, no puede ser que en una hora no pase nadie. Cada minuto fuimos tomando mas confianza y repartiendo con mas ganas. Una hora, nadie. Dos horas, ni rastro de policía. Tres horas, aun no había venido nadie. Hasta las ocho de la tarde estuvimos y nadie apareció. Recogimos nuestro carrito porque ya era tarde y comenzamos a caminar hacia el coche. En ese momento vemos la primera patrulla de policía que pasa caminando por nuestro lado desde el incidente. Cualquiera que haya estado en París en los JJOO de este año, sabrá que estar en el paseo del río al lado de la torre Eiffel cuatro horas sin ver ni rastro de policía, es imposible. Pero nosotros sabemos que los policías no desaparecen porque sí, sino que servimos al Dios de lo imposible.

En las iglesias Adventistas de París

El último sábado estuvimos en las Iglesias Adventistas de París para animar a los hermanos a que sigan con la distribución de libros contando nuestras experiencias. El fuego se contagió y muchos salieron por la tarde en el que fue uno de los días que mas libros se repartieron. Si nuestras iglesias fueran activas de verdad, el mundo conocería el mensaje en muy poco tiempo. No estamos aprovechando el tiempo que se nos ha dado, para vergüenza nuestra lo digo.

En la Villa Olímpica

Por la tarde fuimos a la Villa Olímpica. Aquí el método de acercamiento no fue tan directo como por las calles de París, sino que tuvimos que acercarnos un poco a los atletas primero, hablar con ellos y crear un poco de confianza y después ofrecer el libro. De lo contrario casi todos lo rechazaban. Un hermano vino con una genial idea. Preguntar de donde es, cual es su disciplina, que tal le había ido, si había ganado alguna medalla, y por último hacerse una foto con nosotros. En agradecimiento le ofrecíamos el libro. Funcionó a la perfección. Tengo fotos con decenas de atletas de todos los continentes, solo muestro unas pocas, campeones de salto en longitud, escalada, gimnastas, taekwondo, boxeo, tiro con rifle, piraguas, etc. Todos ellos me transmitieron que se preparan con dureza y determinación, con hábitos estrictos de alimentación y entrenamiento. Tratan su cuerpo con abstinencia y firmeza para obtener la medalla.

Una gimnasta estaba llorando porque le salió mal el ejercicio y perdió su medalla por la que había luchado tanto tiempo. Era su última olimpiada. Le dije que su verdadera olimpiada acaba de comenzar, y le dí un libro. A todos les he transmitido que hago lo mismo, pero por algo mucho mejor:  «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.  Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.» 1Cor 9: 24-27

 

En este tipo de actividad las experiencias son múltiples diariamente. Dos semanas darían para escribir un libro detallando todos los acontecimientos. Pero no hay tiempo ni espacio para contarlo todo, ni se puede compartir el aceite con nadie. Os animo a hacer activamente obra misionera, que no pase una semana sin que hayáis abordado a alguien para regalarle un libro o tener una conversación sobre Jesús y el evangelio. Mucha gente hallará descanso, pero los mas beneficiados serán los que traigan las buenas nuevas a otros. Para esto deberían servir los sábados en la iglesia, para compartir como ha ido la obra durante la semana. Si en vuestra iglesia no se hace esto, estáis en una iglesia muerta.

La que mas trabajó

No quiero despedirme sin antes mencionar a esta querida hermana. Se llama Paulita, tiene 78 años, y os puedo asegurar que estuvo desde por la mañana hasta por la noche manteniendo el ritmo, de pie, ofreciendo y regalando libros a miles de personas. Tan intensa fue la actividad que por la noche (nos alojamos en la parte superior de un restaurante vegetariano de una hermana de París) de repente gritó en sueños: «Free books! free books!» (¡Libros gratuitos, libros gratuitos!) Tan alto gritó que despertó a las compañeras de habitación. Se ve que ella siguió trabajando incluso en su sueño. Quiero mencionarla para que si alguien tiene alguna excusa referente a su edad o su condición física, piense en Paulita y deje las excusas.

Próxima parada…

El último fin de semana de este mes el señor anticristo visitará Bruselas. ¿Se os ocurre un mejor tiempo y lugar para repartir el Conflicto de los Siglos? A mi no. Nos veremos en un próximo artículo, o en el chat de comentarios de Telegram. Maranatha!

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Aprovecho para hacer un llamado a todo el que quiera donar libros del Conflicto de los Siglos, El Deseado de Todas las Gentes y El Camino a Cristo, o los medios para adquirirlos, porque nos harán falta para próximas campañas. Póngase en contacto conmigo a través del formulario de esta página, o el correo, o el grupo de Telegram.